Crecí en un hogar con padres casados y cuatro hermanos, una hembra y tres varones. Éramos una familia que se amaba como cualquier otra, sin embargo no fuimos una familia muy unida. Siendo una niña aún, mis padres se divorciaron, es posible que la inesperada separación de ellos indujo al hecho de que no hayamos crecido tan unidos. Estoy casi segura de que esa fue al menos una razón, te explico por qué.. Al deshacer ese vínculo, algo se rompe y con ello aparece la desunión, en nuestro caso ya no compartíamos, ni frecuentábamos a la familia paterna como lo hacíamos antes. Comenzamos a crecer distantes, aunque la relación con nuestro padre jamás se deterioró. Al llegar a la etapa de la juventud y la adultez comenzamos a vivir nuestra independencia y nos desprendemos aun más, cada quien va haciendo su vida y solo cuando ocurre un evento transcendental lastimosamente es que nos reencontramos. Yendo un poco más allá, dándole una vuelta al pasado, puedo notar ahora, cuan importante ...
•Tocar el corazón de la mujer • Alcanzar el camino hacia la excelencia en Dios 2 Cor 4:7 • ¡Viviendo para dejar una huella!