Recién celebramos una fecha especial, el día de las madres, ya se acerca el de los padres y luego le sigue el de los niños. Pero no existe el día de los hermanos. ¿Sera porque ellos algún día pasaron por niños y también llegaran a ser padres? Es posible.
Lo cierto es que, aunque no se celebre un día específico para los hermanos, ellos son y forman una parte especial en el vínculo familiar. Tanto, que la niñez, incluso la adultez ya es distinta para quienes crecen al lado de sus hermanos. Esto lo pueden aseverar quienes son hijos únicos y no contaron con la posibilidad de tener unos.
¡Mi cartera y mi monedero! Así nos llamaba mi madre, a mi hermano menor y a mí cuando estábamos chiquitos. Éramos los dos más pequeños y tan solo nos llevábamos un año de diferencia. Shader es el último de cinco hermanos y yo la penúltima. Por ser los más contemporáneos crecimos muy unidos ya que no existían mayores diferencias de edad entre nosotros. Siempre juntos para arriba y para abajo como decía mi mamá, con su cartera y su monedero.
Nuestra infancia fue muy normal como cualquier otra, pero genial. Aun cuando teníamos juguetes, nos divertíamos inventando juegos y éramos felices. Recuerdo aquel en el que nos parábamos en el balcón del apartamento de nuestra abuela, donde escogíamos un color de un carro y el que lograba acumular más carros de dicho color era el que ganaba. Otro de ellos era cantar una canción de la radio por turno y aprendernos los comerciales de televisión, quien lo hacía mejor también era el ganador. Esos eran nuestros juegos favoritos. ¡Ah! no faltaba jugar a la familia, él siempre era el chofer, solo porque tenía la peculiaridad de parecer un carrito ambulante.
Otra de las cosas que recuerdo de nuestro crecimiento juntos era que él siempre quería dormir conmigo, me tocaba la puerta de mi cuarto en las noches para no dormir solo. En el preescolar se pasaba de su salón al mío. Sin duda el encontraba refugio y protección en mi, por ser tan solo un poco mayor que él. Así prosiguió nuestra niñez, adolescencia, hasta llegar a la juventud y a la adultez. Aun cuando cada uno se independizo, siempre estuvimos y pasamos tiempo juntos.
Hace ya casi 4 años, Shader mi hermano menor del que les hablo, sufrió un grave accidente y durante 45 días se mantuvo internado en un hospital. Este suceso conmociono mi vida y sin duda alguna la cambio completamente. En ese periodo de tiempo, mi rutina de vida cambio en su totalidad, muchas cosas en mi vida tomaron un segundo lugar y otras dejaron de ser prioridad, lo único importante para mí en ese entonces, era cuidar y velar por la salud y la estabilidad de mi hermano, aun, cuando tenía otras responsabilidades.
El fin de esta historia es que al cabo de transcurrido los 45 días, mi hermano falleció. Si, ¡paso a mejor vida! Y no lo digo, porque es algo coloquial y común decir, sino porque estoy segura de que fue así. Y pues bueno, aunque es cierto que existía la probabilidad de que eso ocurriese, creo que nunca se está lo suficientemente preparado para decir adiós a quien más amas.
Hay un verso en la biblia que dice: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (1 Corintios 13:13). Y lo más grande que aprendí fue el amor, aun cuando por momentos mi fe desmayaba y mi esperanza se nublaba, el amor fue lo que me sostuvo, el amor de familia, el amor de hermanos.
Aun cuando no soy madre y no sé lo que se siente serlo, aunque vagamente lo imagine, podría llegar a creer que el amor más parecido al de un hijo, se siente por un hermano. De hecho existen los casos, donde a los hermanos mayores por alguna razón u otra les ha tocado criar a sus hermanos menores y los han llegado amar como a sus propios hijos. Yo por mi hermano hice lo que cualquier madre habría hecho por un hijo. Sacrificar su sueño, su tiempo, su dinero, incluso su vida, en pro del bienestar de otro.
Crecer junto a un o una compañerita siempre será una aventura y un placer, los hermanos son nuestros primeros amigos, aliados, cómplices y confidentes. Aun cuando existan diferencias de personalidades, edades, entre otras, ellos siempre serán los mejores. Si eres madre de un solo hijo y todavía estas en condiciones de procrear otro, no te niegues a la posibilidad de darle un hermanito a tu primogénito. Piensa en lo feliz que te han hecho tus hermanos a ti y lo mucho que lo harían a él.
Lo cierto es que, aunque no se celebre un día específico para los hermanos, ellos son y forman una parte especial en el vínculo familiar. Tanto, que la niñez, incluso la adultez ya es distinta para quienes crecen al lado de sus hermanos. Esto lo pueden aseverar quienes son hijos únicos y no contaron con la posibilidad de tener unos.
¡Mi cartera y mi monedero! Así nos llamaba mi madre, a mi hermano menor y a mí cuando estábamos chiquitos. Éramos los dos más pequeños y tan solo nos llevábamos un año de diferencia. Shader es el último de cinco hermanos y yo la penúltima. Por ser los más contemporáneos crecimos muy unidos ya que no existían mayores diferencias de edad entre nosotros. Siempre juntos para arriba y para abajo como decía mi mamá, con su cartera y su monedero.
Nuestra infancia fue muy normal como cualquier otra, pero genial. Aun cuando teníamos juguetes, nos divertíamos inventando juegos y éramos felices. Recuerdo aquel en el que nos parábamos en el balcón del apartamento de nuestra abuela, donde escogíamos un color de un carro y el que lograba acumular más carros de dicho color era el que ganaba. Otro de ellos era cantar una canción de la radio por turno y aprendernos los comerciales de televisión, quien lo hacía mejor también era el ganador. Esos eran nuestros juegos favoritos. ¡Ah! no faltaba jugar a la familia, él siempre era el chofer, solo porque tenía la peculiaridad de parecer un carrito ambulante.
Otra de las cosas que recuerdo de nuestro crecimiento juntos era que él siempre quería dormir conmigo, me tocaba la puerta de mi cuarto en las noches para no dormir solo. En el preescolar se pasaba de su salón al mío. Sin duda el encontraba refugio y protección en mi, por ser tan solo un poco mayor que él. Así prosiguió nuestra niñez, adolescencia, hasta llegar a la juventud y a la adultez. Aun cuando cada uno se independizo, siempre estuvimos y pasamos tiempo juntos.
Hace ya casi 4 años, Shader mi hermano menor del que les hablo, sufrió un grave accidente y durante 45 días se mantuvo internado en un hospital. Este suceso conmociono mi vida y sin duda alguna la cambio completamente. En ese periodo de tiempo, mi rutina de vida cambio en su totalidad, muchas cosas en mi vida tomaron un segundo lugar y otras dejaron de ser prioridad, lo único importante para mí en ese entonces, era cuidar y velar por la salud y la estabilidad de mi hermano, aun, cuando tenía otras responsabilidades.
El fin de esta historia es que al cabo de transcurrido los 45 días, mi hermano falleció. Si, ¡paso a mejor vida! Y no lo digo, porque es algo coloquial y común decir, sino porque estoy segura de que fue así. Y pues bueno, aunque es cierto que existía la probabilidad de que eso ocurriese, creo que nunca se está lo suficientemente preparado para decir adiós a quien más amas.
Hay un verso en la biblia que dice: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (1 Corintios 13:13). Y lo más grande que aprendí fue el amor, aun cuando por momentos mi fe desmayaba y mi esperanza se nublaba, el amor fue lo que me sostuvo, el amor de familia, el amor de hermanos.
Aun cuando no soy madre y no sé lo que se siente serlo, aunque vagamente lo imagine, podría llegar a creer que el amor más parecido al de un hijo, se siente por un hermano. De hecho existen los casos, donde a los hermanos mayores por alguna razón u otra les ha tocado criar a sus hermanos menores y los han llegado amar como a sus propios hijos. Yo por mi hermano hice lo que cualquier madre habría hecho por un hijo. Sacrificar su sueño, su tiempo, su dinero, incluso su vida, en pro del bienestar de otro.
Crecer junto a un o una compañerita siempre será una aventura y un placer, los hermanos son nuestros primeros amigos, aliados, cómplices y confidentes. Aun cuando existan diferencias de personalidades, edades, entre otras, ellos siempre serán los mejores. Si eres madre de un solo hijo y todavía estas en condiciones de procrear otro, no te niegues a la posibilidad de darle un hermanito a tu primogénito. Piensa en lo feliz que te han hecho tus hermanos a ti y lo mucho que lo harían a él.
AUTORIA ORIGINAL: SHAYSIU GARCÍA
IMÁGENES: INTERNET
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