Son muchas las parejas que se casan con ideas preconcebidas sobre el matrimonio. Unos los hacen por tener a alguien a su lado con quien compartir siempre, otros con el deseo de formar un hogar, algunos con la idea de que alguien los haga felices y otros tantos por algún interés personal, conveniencia, incluso despecho o desamor y hasta por miedo a la soledad. Pero una minoría lo hace con todos los sentidos puestos en el verdadero significado del matrimonio.
Casarse con un concepto equivocado al que realmente debería ser, ya es indicio de que algo no va a funcionar del todo bien. Es como si usaras una licuadora para hacer el café y la cafetera con la intención de licuar, el resultado no va hacer el esperado, pues cada artefacto esta hecho para cumplir con una función específica. Igual sucede con el matrimonio.
Un error común que he escuchado una y tantas veces en muchas parejas, es casarse con la idea de que si no funciona, sencillamente se divorcian. Como si se tratara de probar una universidad nueva o un trabajo nuevo, o tan fácil como cerrar un negocio. Iniciar el matrimonio con esa idea formada, te predispone ante la posibilidad de esa opción, en lugar de tener una posición de compromiso de por vida.
Cuando tomas este compromiso de manera legal estas adquiriendo una obligación y responsabilidad ante la sociedad y ante la que ahora será tu familia, cuando lo asumes frente a un altar, estás haciendo un pacto, en este caso de amor, legitimado ante los ojos de Dios. Ahora bien te recuerdo lo que simboliza un pacto. ¨Acuerdo, alianza, trato o compromiso cuyos involucrados aceptan respetar aquello que estipulan¨. El pacto establece un compromiso y fija la fidelidad hacia los términos acordados o hacia una declaración; por lo tanto, obliga al cumplimiento de ciertas pautas. También se dice que un pacto solo debe romperlo la muerte.
Hoy en día muchas parejas han olvidado el verdadero significado de esta palabra y la promesa que un día hicieron ante Dios, de amarse hasta que la muerte los separe. Con el tiempo está verdad la han tomado como un cliché y no como lo que realmente es, un acto espiritual de gran valor y peso.
Si bien es cierto que en toda relación va haber problemas y diferentes etapas que enfrentar, no cualquier razón es suficiente para pensar en la opción del divorcio. El problema está, en que en la actualidad, muy pocas parejas verdaderamente quieren luchar, se dan por vencidas muy rápido o se vuelven un tanto egoístas al pensar únicamente en su felicidad, sin tomar en cuenta que sus desiciones afectarán a otros. Una gran causa es el enamoramiento y el problema es que éste dura muy poco, justo cuando se acaba es cuando realmente comienza a fluir el verdadero amor, que pese a no sentir maripositas en el estomago, está hay dispuesto a amar y a luchar por mantener la unión, la armonía por el bienestar de ambos.
Si has considerado esta opción, piénsalo no dos veces, sino unas cien veces. Estas serían unas razones que podrías considerar:
1. Los hijos: No es que ellos deban tenerte atado a una relación sin futuro. Pero es importante considerar lo importante qué es, que ellos crezcan viendo a ambas figuras paternas y la influencia que tiene para su educación, salud mental y de sus emociones.
2. Conocer a alguien más implica ciertos riesgos: No estoy de acuerdo con aquel dicho que dice: más vale malo conocido, que bueno por conocer. No lo comparto en lo absoluto. Pero si debes tener en cuenta, que corres el riesgo de que esa persona nueva, no cumpla tus expectativas y sea lo que realmente esperas.
3. El enamoramiento también va a cesar: Pues aunque puedas sentir esa maravillosa sensación de cuando se esta enamorado al inicio de una relación, tienes que saber que en algún momento también va a menguar y ya quizás no será tan romántico, caballero, detallista, como lo era cuando quería conquistarte.
Creo totalmente en las restauraciones matrimoniales y en los grandes milagros que Dios ha hecho y aun está dispuesto hacer en las familias que estén dispuestas a luchar. Para esos que creen que ya su relación no tiene solución, en los que ninguno apuesta nada, en aquello que aseguras ya está destruido y donde supuestamente se acabo el amor, Dios puede volver a renacer, a encender, a construir y hacerlo cien veces mejor de como una vez empezó.
Casarse con un concepto equivocado al que realmente debería ser, ya es indicio de que algo no va a funcionar del todo bien. Es como si usaras una licuadora para hacer el café y la cafetera con la intención de licuar, el resultado no va hacer el esperado, pues cada artefacto esta hecho para cumplir con una función específica. Igual sucede con el matrimonio.
Un error común que he escuchado una y tantas veces en muchas parejas, es casarse con la idea de que si no funciona, sencillamente se divorcian. Como si se tratara de probar una universidad nueva o un trabajo nuevo, o tan fácil como cerrar un negocio. Iniciar el matrimonio con esa idea formada, te predispone ante la posibilidad de esa opción, en lugar de tener una posición de compromiso de por vida.
Cuando tomas este compromiso de manera legal estas adquiriendo una obligación y responsabilidad ante la sociedad y ante la que ahora será tu familia, cuando lo asumes frente a un altar, estás haciendo un pacto, en este caso de amor, legitimado ante los ojos de Dios. Ahora bien te recuerdo lo que simboliza un pacto. ¨Acuerdo, alianza, trato o compromiso cuyos involucrados aceptan respetar aquello que estipulan¨. El pacto establece un compromiso y fija la fidelidad hacia los términos acordados o hacia una declaración; por lo tanto, obliga al cumplimiento de ciertas pautas. También se dice que un pacto solo debe romperlo la muerte.
Hoy en día muchas parejas han olvidado el verdadero significado de esta palabra y la promesa que un día hicieron ante Dios, de amarse hasta que la muerte los separe. Con el tiempo está verdad la han tomado como un cliché y no como lo que realmente es, un acto espiritual de gran valor y peso.
Si bien es cierto que en toda relación va haber problemas y diferentes etapas que enfrentar, no cualquier razón es suficiente para pensar en la opción del divorcio. El problema está, en que en la actualidad, muy pocas parejas verdaderamente quieren luchar, se dan por vencidas muy rápido o se vuelven un tanto egoístas al pensar únicamente en su felicidad, sin tomar en cuenta que sus desiciones afectarán a otros. Una gran causa es el enamoramiento y el problema es que éste dura muy poco, justo cuando se acaba es cuando realmente comienza a fluir el verdadero amor, que pese a no sentir maripositas en el estomago, está hay dispuesto a amar y a luchar por mantener la unión, la armonía por el bienestar de ambos.
Si has considerado esta opción, piénsalo no dos veces, sino unas cien veces. Estas serían unas razones que podrías considerar:
1. Los hijos: No es que ellos deban tenerte atado a una relación sin futuro. Pero es importante considerar lo importante qué es, que ellos crezcan viendo a ambas figuras paternas y la influencia que tiene para su educación, salud mental y de sus emociones.
2. Conocer a alguien más implica ciertos riesgos: No estoy de acuerdo con aquel dicho que dice: más vale malo conocido, que bueno por conocer. No lo comparto en lo absoluto. Pero si debes tener en cuenta, que corres el riesgo de que esa persona nueva, no cumpla tus expectativas y sea lo que realmente esperas.
3. El enamoramiento también va a cesar: Pues aunque puedas sentir esa maravillosa sensación de cuando se esta enamorado al inicio de una relación, tienes que saber que en algún momento también va a menguar y ya quizás no será tan romántico, caballero, detallista, como lo era cuando quería conquistarte.
Creo totalmente en las restauraciones matrimoniales y en los grandes milagros que Dios ha hecho y aun está dispuesto hacer en las familias que estén dispuestas a luchar. Para esos que creen que ya su relación no tiene solución, en los que ninguno apuesta nada, en aquello que aseguras ya está destruido y donde supuestamente se acabo el amor, Dios puede volver a renacer, a encender, a construir y hacerlo cien veces mejor de como una vez empezó.
Busca ayuda para fortalecerte y superar las adversidades, divorciarse no siempre es la mejor solución. No te unas a la estadística de los divorciados, de familias incompletas y disfuncionales, se ejemplo de que todavía se puede amar para toda la vida, ¡hasta que la muerte los separe!
AUTORIA ORIGINAL: SHAYSIU GARCÍA
IMÁGENES: INTERNET
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